La mayoría de personas afirmamos que la base de toda relación radica en la comunicación. Pero los años te demuestran que esta afirmación únicamente se aguanta en el papel porque en la realidad termina siendo, única y exclusivamente, una declaración de intenciones. Llega un momento en que esas dos personas que en el inicio de su relación repitieron por activa y por pasiva que la comunicación sería su bandera, dejan de comunicarse. Cuando vuelves a ser protagonista de una ruptura afectiva intentas analizar, con la experiencia que dan los años ¿qué pasó esta vez?, ¿porque la comunicación se rompió?
Aunque me considero una persona pasional estoy en una fase de mi vida que intento analizar las cosas de forma objetiva por lo que en esta ocasión tome papel y lápiz e intenté analizar bajo el esquema simple de la comunicación cuales fueron las causas que llevaron a emisor y receptor a romper su comunicación.
Evidentemente, el lenguaje que utilizábamos era el mismo, pero a pesar de utilizar el mismo idioma en el transcurso de la relación se fueron incorporando ruidos que distorsionaron el mensaje. Cuáles fueron esos ruidos: la diferencia cultural, la diferencia de edad, los objetivos a corto y medio plazo, las responsabilidades familiares, la capacidad de aceptar al otro tal y como es… Al final todos esos ruidos desvirtuaron paulatinamente el mensaje que ambos protagonistas deseaban transmitir. Sólo había un elemento capaz de eliminar del canal todos esos ruidos: los sentimientos, por lo que al final llegué a la conclusión de que si realmente no se reestableció la comunicación fue porque alguna de las partes no sentía lo suficiente.
Es triste, muy triste llegar a esta conclusión pero debemos aceptar y respetar la decisión de la persona que amamos ya que, simplemente por eso, porque la amamos debemos hacer todo lo posible porque sea feliz, aunque no sea a nuestro lado.