Todos tenemos sueños algunos alcanzables y otros no, pero nuestro objetivo debe ser luchar por alcanzarlos. Un día me levanté con la ilusión de viajar a ese lugar mágico: El volcán Etna. A partir de ese momento empecé a soñar en ese lugar, a veces dormida, a veces despierta. Busqué documentación, videos, fotos y cada día mis deseos eran mayores de disfrutar de ese paisaje y de vivir la magia que ese volcán en constante ebullición me prometía.
Por fin llegó el día, estaba allí en aquel lugar soñado y a pesar del frío que sentía mi cuerpo viví una sensación tan agradable: me sentí la persona más feliz del mundo por que estaba donde y con quién quería estar.
Abrí los ojos tanto como pude para poder retener en mi mente y en mi corazón aquellas imágenes, aquellas sensaciones increíbles. A pesar de que la felicidad de aquel momento fue fugaz como una estrella, se que fue real y nada ni nadie podrá evitar que la recuerde con mucho cariño.
Dicen que lo breve y bueno, dos veces bueno. Por eso no tiene mucho sentido cuantificar el tiempo que duró porque la intensidad fue tal que recordarla me produce un verdadero placer. Doy gracias por haber tenido la oportunidad de vivir ese sueño y que mi cuerpo captara esa cantidad de energía que la lava me transmitió.