
Es una realidad que el ser humano está hecho para vivir en compañía, aunque a veces nos intentamos convencer de lo contrario.
A pesar de nuestro convencimiento, de repente nos cruzamos con unos ojos que detienen su mirada frente a la nuestra y pensamos: “esta vez SI”. Nos ilusionamos, nos enamoramos, el cielo pasa de ser gris a ser azul, el ruido se convierte en música, todo es tan fácil.....
Pero también, de repente, ese AMOR, de la misma forma en que llegó se va y debemos recorrer el camino de vuelta al que llamamos olvido. Ese camino se hace largo y a su paso el cielo vuelve a ser gris y toda la música que escuchamos es nostalgia del pasado.
Y entonces nos repetimos, una y otra vez, que queremos recorrer el camino solos sin más compañía que nosotros mismos . De esa forma evitaremos el sufrimiento de perder lo que en realidad nunca tuvimos.
A pesar de nuestro convencimiento, de repente nos cruzamos con unos ojos que detienen su mirada frente a la nuestra y pensamos: “esta vez SI”. Nos ilusionamos, nos enamoramos, el cielo pasa de ser gris a ser azul, el ruido se convierte en música, todo es tan fácil.....
Pero también, de repente, ese AMOR, de la misma forma en que llegó se va y debemos recorrer el camino de vuelta al que llamamos olvido. Ese camino se hace largo y a su paso el cielo vuelve a ser gris y toda la música que escuchamos es nostalgia del pasado.
Y entonces nos repetimos, una y otra vez, que queremos recorrer el camino solos sin más compañía que nosotros mismos . De esa forma evitaremos el sufrimiento de perder lo que en realidad nunca tuvimos.
ana